Nuestra cultura nos inculca el miedo a perder el tiempo. Pero la verdad, ¿qué se esconde detrás de esta famosa frase, slogan de muchos carteles publicitarios que nos invitan a vivir una vida más completa y plena, llena de actividades para no malgastar ni un minuto más de nuestras vidas?
Seguramente, si te paras a reflexionar un poco entre tanta velocidad, entre tanta acción, podrías descubrir preguntas importantes que no han sido contestadas previamente… y te enfrentarías a lo que le pasa a tu cuerpo y a tu mente.
¡Eso es! ¿Quizás es esto lo que temes?
Te propongo un experimento de observarte:
- Cuando vayas conduciendo, date cuenta de cómo estás conduciendo. Quizás sientes la necesidad imperial de ir por el carril de la izquierda para adelantar a todos los coches, para poder ir más rápido que el resto, cuando en realidad no hay ninguna razón de peso para esa prisa. Quizás te enfadas cuando un coche se ha incorporado delante de ti casi sin avisar y te ha quitado un minuto de ir más rápido.
- Cuando vayas andando, fíjate en cómo andas. Andas rápido, lento, con paso bastante violento y pasos agigantado cuando no tienes prisa por llegar a ningún sitio.
¿De verdad el tiempo se puede malgastar, perder, tirar a la basura? ¿Acaso no puede ser fruto de aprendizaje cualquier momento, minuto, segundo de tu vida? Incluso cuando estás ya hastiado/a de estar en una oficina 9 horas diarias, ¿acaso no puedes tomarlo como un aprendizaje para saber aquello que no quieres en tu vida?