La meditación es una práctica ancestral que en El Álamo integramos con una mirada humanista y cercana. Más que una técnica para «estar bien», es un camino hacia el encuentro profundo con lo que somos. No se trata de vaciar la mente o alcanzar un estado de calma perfecto, sino de estar presentes con lo que hay, con amabilidad, sin juicio, en apertura.
Es un espacio para aprender a habitar el cuerpo y el instante, cultivando una atención relajada que acoge pensamientos, emociones y sensaciones tal como vienen, sin tratar de cambiarlos o rechazarlos.
En nuestras sesiones de meditación, proponemos parar. Simplemente detener el ruido y habitar el presente. La práctica consiste en dirigir la atención de manera suave y sostenida, observando lo que aparece sin identificarnos con ello.
No buscamos forzar una experiencia concreta, sino observar la relación que establecemos con nuestro mundo interno. En ese observar, emerge la posibilidad de vernos con más claridad, soltar exigencias y crear una relación más amable con nosotras mismas.
Es normal que surjan distracciones, pensamientos o incomodidades. No son errores, sino parte del proceso. Meditamos para estar con todo eso, no para evitarlo. Es un entrenamiento para la vida.
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Desarrollar una atención más estable y compasiva.
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Conectar con el cuerpo, el entorno y lo que sentimos aquí y ahora.
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Reducir el automatismo con el que vivimos y responder en lugar de reaccionar.
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Des-identificarnos de pensamientos rígidos y patrones internos limitantes.
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Cultivar una presencia más espaciosa, libre y amorosa hacia nosotras mismas y hacia los demás.
No hay una «buena» o «mala» meditación. Cada práctica es una oportunidad de volver, de recordar, de estar.